21 abril, 2006

Y sin embargo, se mueve

CLARET SERRAHIMA / ÓSCAR GUAYABERO
EL PAÍS - 21-04-2006

En este país de instrusismos, dos diseñadores hacen de analistas políticos
Estamos en el país del intrusismo profesional. Tenemos médicos alcaldes, tonadilleras presentadoras, petardas mediáticas haciendo de cocineras. Tenemos capellanes propietarios de la emisora de radio que emite más insultos, tenemos paletas metidos a cantantes y un presidente de la CEOE que no es empresario.
Siguiendo esta dinámica de meterse en el jardín del vecino, la oposición conservadora ha decidido tomar la calle para protestar. Han dejado las misas castrenses y los homenajes a la bandera, y se han comprado fulares y pancartas. Tristemente, han recogido lo peor de las protestas callejeras, la demagogia, el exabrupto y la falta de visión a largo plazo.
Quizá uno de los pocos que hacen lo que se espera es el presidente del Gobierno, dijo que venía a cambiar las cosas y lo hace. En estos dos años de mandato, José Luis Rodríguez Zapatero ha afrontado algunas de las reformas más polémicas, pero no por ello menos urgentes, que el país tenía en su agenda. También en el ámbito autonómico se han emprendido cambios importantes. Pasqual Maragall y Rodríguez Zapatero han sido el blanco de todas las iras de la derecha, y parte de las de la izquierda, más que por su ideología, quizá por su pasión por los cambios. Dicen que son imprevisibles, que tienen ideas propias, y eso parece asustar.
Hace unas semanas, se celebró el Salón Alimentaria y la estrella de la feria fue un invento típicamente español. Se trata de unos filetes de pescado desconocido, que aparentan ser anchoas, con un sabor cercano al de las anchoas, pero sin serlo. Otra vez, alguien haciéndose pasar por lo que no es. Esos cambios sí agradan a la derecha. Más barato, más aparente, más rentable, pero menos auténtico. Algo así como la convención del PP, que decía ser para enfrentarse al futuro y acabaron añorando un pasado afortunadamente pretérito para los demás.
La oposición dice, alternativamente, que el tándem Zapatero-Maragall está parando el país o que se corre demasiado hacia el abismo. Como en la mayoría de los casos en que la derecha se queja de inmovilismo, se trata de dar carta blanca al capital. Si el tripartito se quiere tomar un tiempo para reflexionar sobre un modelo de crecimiento que prime la calidad frente la cantidad, parece que se está frenando al país. ¿Por qué se siguen llamando conservadores, si la conservación del medio ambiente les importa un rábano, transgénico para más señas?
Más allá de patrias, naciones, nacionalismos, sentimientos nacionales y demás términos que, sin dejar de ser importantes, nos están saturando los oídos, hay un país que se mueve. Lo hace en libertad, en justicia social, en desarrollo sostenible. Claro que la izquierda hace a veces de centro e incluso de derecha. Hay actitudes que más valdría dejarlas para Rajoy y Cía. Por ejemplo, que Joan Clos diga que, pedir el AVE por el litoral o estar en contra de una narcosala es de derechas. El espantajo reaccionario no puede ser excusa para no escuchar a la sociedad. Esas actitudes son las que provocan que los ciudadanos, haciendo las veces de comentaristas políticos, afirmen: "Todos son iguales".
Pero quienes sufrimos el último mandato de Aznar no podemos dejar de alegrarnos por tener ante la mesa un posible fin del conflicto armado en el País Vasco, una articulación federalista en un país con pasión por el ruido de sables y un buen número de leyes que amplían libertades. Quienes nos escondimos debajo de la mesa para no azorarnos por las Azores contemplamos ahora con cierto desahogo, que nuestro presidente habla de alianza de civilizaciones, en lugar de guerra preventiva. No olvidamos el bochorno de un ministro de Interior repartiendo monedas al ser preguntado por las víctimas del Yak 42. No queda tan lejos un director de informativos del Ente Público llamando pancarteros a la oposición mientras se descontaba en algunos cientos de miles de manifestantes. Así que no todos son iguales, a menos que decidamos todos ejercer de lo que no somos.
Pese a todo, el país se mueve. Quizá ésa sea la mayor prueba del valor de las ideas. Por encima del ruido mediático, de los ensalzamientos de la víscera nacional y de la táctica de repetir mil veces mentiras para hacerlas corpóreas, hay un país que se mueve. Así que hablemos de futuro. Siguiendo la dinámica nacional de "yo lo haría mejor" que nos hace ser, desde el sofá de casa, entrenadores de fútbol o médicos forenses, nosotros hemos decidido hacer, por una vez, de analistas políticos, así que nos vamos a permitir dar consejos a los partidos parlamentarios.
1. Nos gustaría que ICV trabajara sin complejos. No se detiene un país por negarse a convertir un espacio natural cerca de la zona periférica del Parque Nacional de Aigües Tortes (valle de Àrreu) en un complejo deportivo de invierno. Conocemos el trabajo de Saura en el Estatuto, tenemos claro el papel del partido como mediador en el seno del tripartito (en el autonómico y en el municipal) y lo valoramos. Pero no se queden en la sombra. Nos gusta que Imma Mayol se desmarque cuando lo considere justo; eso no es traición, sino coherencia.
2. Nos encantaría ver viajar más a ERC. Viajar te da la dimensión de las cosas. Gobernar es dimensionar, hacer oposición es sobredimensionar los detalles. Lanzar proclamas resultonas puede ser atractivo para un voto joven, pero no da credibilidad si se proponen gobernar algún día.
3. Nos gustaría comprobar cómo visualiza el PSC los éxitos del tripartito, cómo hace valer su posición de puente con el resto del partido estatal. Quisiéramos ver cómo valora en lo debido la figura de Pasqual Maragall, sin el no estarían gobernando ni aquí, ni puede que en Madrid. El aparato del partido no es un fin, sólo una herramienta, que sería más que eficaz usada para el bien del país.
4. Sabemos que es muy difícil que CiU sepa hacer oposición, no lo han hecho nunca. Pero no vale todo para obtener el poder. La tradición del comercio catalán no significa vender país a cambio del partido. Ahora que ya han afianzado su candidato, esperamos propuestas de Mas y no sólo ver que Cataluña es moneda de cambio.
5. Dudamos que sirva de mucho tener deseos de cambio para el PP. Así que ya, puestos a pedir, nos gustaría ver que el señor Piqué, quizá con Ruiz-Gallardón, Rato o Herrero de Miñón, se apropia del Partido Popular y ejerce de político de derecha pero con convicciones democráticas.
6. Por último, aconsejamos a Rodríguez Zapatero que afronte una importante misión, debe hacer un esfuerzo para educar a la derecha. Llévelos al cole, presidente, a ver si aprenden modales. Zaplana y Acebes en la primera fila, que no enreden.
Así que, haciendo de guionistas cinematográficos, nos imaginamos subidos en ese tren de Zapatero y de Maragall y miramos por la ventanilla cómo se mueve el país, sin perder detalle del paisaje, que para eso viajamos en transporte público, para ir quizá más lentos, pero más seguros.

12 abril, 2006

Prueba de rapidez mental


En la calle más cabaretera de Barcelona y delante de un teatro con nombre parisino, abandonado hace años, unos policías con gorritos como de dependientes de una hamburguesería, levantan sus porras contra unos músicos vestidos de payasos, mientras suena una napolitana.

Diga rápidamente que es lo más cómico:

a.- que se tenga cerrado un teatro a tres pasos de la Ciutat del Teatre
b.- que Villepin retire la ley del despido libre el día que Berlusconi pierde las elecciones.
c.- que los policías locales no lleven barretina o al menos sombrero mejicano.
e.- que los músicos sean tratados como delincuentes en la calle del music hall.

07 abril, 2006

¿Se ha salvado Can Ricart?

Este es el artículo aparecido en El Periódico el viernes 7 de abril. A continuación está el texto entero, porque ya sabeís que en la prensa siempre hay problemas de espacio.

¿Se ha salvado Can Ricart?
Oscar Guayabero

Can Ricart se ha salvado. Este podría ser el resumen de la propuesta del Ayuntamiento hecha esta misma semana. Un 67%, aproximadamente, del recinto fabril se conservará. Afortunadamente, el incendio ocurrido justo después de la presentación municipal, en la nave conocida como Can Font, no parece haber causado daños irreparables.
En honor a la verdad y a pesar de alguna duda sobre como se preserva áreas concretas podríamos asegurar que el trabajo de presión social ha conseguido sensibilizar al consistorio hacia un complejo fabril de un indudable valor en el patrimonio industrial de la ciudad. La capacidad de aunar voluntades en colectivos con intereses, en principio, tan diversos como vecinos, historiadores, industriales y artistas ha dado resultado. Sin su constancia, el pasado verano el recinto habría sucumbido a las excavadoras.
Si duda, se debe haber tenido que negociar duro con el propietario. Sus intereses económicos, legitimados por un plan del 22@, quizás prematuro, deben haber llevado de cabeza a técnicos y políticos.
Esta es la impresión que se ha podido extraer al leer la prensa. Entonces ¿Porque la Plataforma Salvem Can Ricart han rechazado el proyecto? Sin duda, este rechazo merece una explicación clara e imagino que durante los próximos días se irán dando los oportunos razonamientos. Intentaré, sin embargo, aproximarme a esa negativa desde un punto de vista personal.

Estoy convencido que el concepto de valor histórico es uno de los errores más extendidos en Barcelona y hay que incluir en ese error tanto a cargos públicos como a colectivos sociales e incluso a algunos historiadores. El patrimonio histórico se ha basado en una idea museística del pasado. Todo aquello que se puede catalogar, datar y coleccionar es la base de la mayoría de operaciones de conservación. El resultado es una peligrosa tendencia a la momificación urbana. “…estamos viendo las pieles de la ciudad, convertida toda ella en un Bartolomé, Barcelona desollada que ostenta su pellejo como símbolo del martirio que ha sufrido” (1). Es decir, cabe preguntarse si merece la pena conservar fábricas vacías de trabajadores, talleres huérfanos de artesanos, estudios desnudos de artistas. Ya no se trata sólo de lo que se consiga rehabilitar se trata de que “el verdadero valor patrimonial viene determinado por la relación indisoluble entre el espacio y los usos sociales que lo caracterizan”(2). El patrimonio social es un valor en alza, pero no parece haber cuajado aún en la ciudad. Itziar González demostró en la fábrica de Anis del Mono en Badalona que el verdadero valor de la misma, no era su arquitectura modernista sino el proceso de elaboración del licor, el cual, por cierto, se hacía en una sala más reciente, sin valor histórico. Sin olvidar los lugares de trabajo que ofrecía.

Deberíamos ir pensando en censar los lugares de trabajo perdidos y no recuperados que ha llevado consigo toda la operación Diagonal, Forum y 22@. Un recuento cuantitativo arrojaría cifras preocupantes pero un estudio cualitativo nos confirmaría que la ciudad ha perdido artesanos insustituibles, talleres con técnicas que se perderán y estructuras sociales que no se recuperaran.
Por supuesto, no hemos de caer en el romanticismo, ni el arquitectónico, ni el social. En Pueblo Nuevo como en la mayoría de núcleos industriales se vivió duramente en condiciones de insalubridad y con contratos que harían temblar a cualquier estudiante francés. Pero el tiempo fue mutando esos complejos fabriles en viveros donde creatividad y producción industrial convivían. En este sentido Can Ricart es paradigmático. En un mismo lugar, se podía encontrar desde Hangar a una cerería artesana, desde artistas de taller en Can Font, a carpinteros y metalistas. La trama microurbana creaba espacios y rincones adecuados para unos y otros.

En ocasiones la reutilización de espacios, la adecuación de sus usos a nuevas necesidades es justo lo que da viabilidad al conjunto y sentido a su existencia. Esa relectura pero se debe hacer desde la historia en minúscula. El bar en el que coinciden, el reciclaje creativo de los residuos fabriles, un sistema de moldes semimanual que nadie más usa. Difícilmente ningún catalogo patrimonial será capaz de dar valor a estos hechos, que sin embargo, son los que pueden justificar su conservación activa. Bajo este punto de vista, no parece lógico ubicar un centro cultural, sobre los restos del último trabajador despedido. Obviamente, los talleres se pueden reubicar, los trabajadores prejubilar o reciclar laboralmente, pero se pierde un intangible, el conjunto, las sinergias, las atmósferas. Y eso es lo que pierde la ciudad, ese patrimonio social.

Para conservar Can Ricart no es suficiente con rescatar de la pica las naves y convertirlas en lofts o en oficinas, debemos tener en cuenta esa historia cotidiana que podría ofrecer un futuro interesante y necesario. Un conjunto que cree intersecciones y relaciones entre lo que necesita el barrio, sean guarderías o geriátricos, lo que necesitan los industriales que ahí habitaban y de los cuales sólo unos pocos resisten y lo que necesita la ciudad. La ciudad precisa urgentemente de centros de creación. No niego el valor de los usos mixtos. Viviendas y centros de creación pueden y deben convivir, pero corremos el peligro de tematizar Pueblo Nuevo creando magníficas rehabilitaciones arquitectónicas vacías de significado, “como caparazones después de haya sido sorbida su carne, aspirado lo blando y jugoso, suculento, sustancioso, que tenían dentro.” (3) Rodear Can Ricart de edificios de 9 o 12 plantas no es hibridar usos, es encerrarla en una jaula de cristal. Como pequeña trama urbana tiene mucho sentido como patio interior es excesivo, la verdad.

Por otro lado, no se entiende las dificultades que cada vez más interpone la ciudad a sus creadores. Sólo en Pueblo Nuevo se han perdido 23 centros producción artística, y cuatro más están en peligro, solo dos quedarán en activo, si se confirman los peores presagios. Dicho así suena terrible, pero si decimos que por una reurbanización, la rehabilitación de edificios, la falta de condiciones de seguridad, etc. se han cerrado algunos talleres de artistas, vecinos y regidores encontraran varios motivos lógicos: ruidos molestos, olores, convivencia complicada, alquileres sin actualizar, etc. La casuística concreta puede acabar justificando un verdadero éxodo de masa gris. Claro que los creadores encontraran otra ciudad, otro pueblo o quizás otra actividad, afortunadamente para ellos, se llevan el capital consigo. La que pierde es Barcelona.

El capital creativo se podría definir como los activos combinados de la sociedad que facilitan y estimulan a sus gentes y organizaciones a ser innovadoras y creativas. Esta capacidad generadora se muestra como uno de los activos más prometedores en la economía globalizada. La situación de Pueblo Nuevo, antes de empezar aplicarse el proyecto 22@ era compleja y difícil, pero tenía un potencial creativo conviviendo con una producción industrial de bajo impacto ambiental y una artesanía postindustrial haciéndose un hueco en el entramado económico. No digo que no se pudiera dirigir y mejorar esa dinámica, pero el resultado hoy, sitúa la balanza en un claro déficit en cuanto a creadores y pequeños talleres.

Paralelamente, la ciudad parece deslumbrada por el poder dinamizador de los centros culturales. Aquí y allí surgen museos, teatros y fundaciones culturales que exhiben, estudian y difunden cultura. Sea diseño, arte precolombino, artes escénicas, ciencia, gastronomía o arte contemporáneo. A la vez, se organizan eventos con importantes presupuestos para promocionar un artista o una tendencia artística. Estas plataformas de visualización cultural son validas por si mismas, pero además parecen generar unos beneficios para la ciudad que las hacen deseables: turismo de calidad, inversiones financieras, rehabilitación de las zonas cercanas, etc.

La bondad de este planteamiento se ve claramente superada por la perversidad de los resultados. Estamos edificando centros culturales sobre los escombros de lugares de producción cultural. El Quadrat d’Or de l’Eixample, promociona una zona de la ciudad que ya no es económicamente accesible para que nuestros diseñadores de moda exporten su talento al turismo cultural. Un nuevo tejido de franquicias internacionales habita ahora los bajos modernistas.
En Can Ricart, como decía, la llamada Casa de las Lenguas se hará sobre los restos, tristemente calcinados, de Can Font donde habían trabajado hasta 25 artistas y artesanos. ¿Donde están ahora? Algunos emigraron a Can Batlló, convencidos de que el mayor valor histórico del edificio les protegería. Hoy por hoy, están de nuevo en precario. Sin minusvalorar el contenido de un centro que aún desconocemos, no parece un buen trato para Barcelona. Perdemos centros de cultura y ganamos centros culturales. Podríamos llegar a no tener nada que exhibir, si seguimos echando de la ciudad a creadores, artistas y poetas.

Por todo ello, aún no se ha salvado Can Ricart. Por el momento, parece más un animal disecado con apariencia pero sin aliento. Podrá ser admirado y catalogado pero ya no podrá engendrar vida. Aún estamos a tiempo de evitarlo entre todos, y creo que Barcelona lo necesita.


1,3. Destrucción de Barcelona. Juan José Lahuerta (Mudito & Co).
2. CANTERO, Pedro A.; ESCALERA, Javier; GARCÍA DEL VILLAR, Reyes; HERNÁNDEZ, Macarena. Territorio, sociabilidad y valor patrimonial del espacio urbano. En: “Cuadernos de antoppología-etnografía”, Sociedad de Estudios Vascos, Bilbao, 2000.

04 abril, 2006

Arde Can Ricart, se quema otra forma de hacer ciudad
















Can Ricart aún está humeante. La nave de Can Font, la parte más importante el recinto, ha ardido en su práctica totalidad. ¿Intereses económicos, accidente, desidia del propietario, dejadez administrativa? Es pronto para hacer balance. No se saben ni las causas, ni los autores, si los hay. Es, sin embargo ya una metáfora de Barcelona. Se ha calcinado una oportunidad de hacer ciudad. Se están quemando demasiados espacios de diálogo. La temperatura social aumenta. No es casual que hace unos días se manifestaran, a la vez, varias entidades vecinales. No es casual que el botellón, o mejor dicho, su prohibición, degeneraran en vandalismo. Podemos cerrar los ojos, echar la culpa a los violentos, a la cultura del no, a la manipulación de la oposición, pero todos sabemos que algo está pasando.

Mas imágenes en : http://nau21.net/imago/2006/_cremacanfont.htm