13 junio, 2006
Arquitectura y nada más (Joan Subirats, El Pais 08-06-06)
Ésa, "arquitectura y nada más", fue la frase con que Jean Nouvel zanjó la oleada de preguntas con que los periodistas trataban de saber en cuántos días había realizado el proyecto que salió vencedor del concurso planteado en Can Domenge de Palma de Mallorca, la última de las grandes operaciones inmobiliarias que están liquidando el patrimonio urbanístico del país. Una finca urbana, de propiedad pública, de más de 50.000 metros cuadrados pasó de dedicarse a viviendas de protección oficial a urbanización "de carácter mediterráneo" (Nouvel dixit) con 600 nuevas viviendas, para constituir así el nuevo Parc Mallorca. Todo bajo la bendición de la inefable Maria Antònia Munar, líder de Unió Mallorquina y presidenta del Consell Insular gracias a su alianza con el Partido Popular. El arquitecto ("genio", en palabras de Munar) afirmó que su intención ha sido "crear una pieza urbana para que la gente esté orgullosa de vivir ahí". Los periodistas reclamaban explicaciones ante la inusual y sospechosa rapidez con que se planteó el concurso y la forma en que se resolvió. Las condiciones del concurso eran más bien curiosas: se fijó un precio máximo, 30 millones de euros (cuando lo habitual es fijar un precio mínimo); los requisitos y plazos del concurso eran muy complicados, pero se podían obviar depositando 800.000 euros; era un mérito que el aspirante fuera promotor y constructor simultáneamente, y que tuviera un certificado de calidad. Todo parecía indicar que se estaba pensando en alguien. Para colmo, el concurso salió publicado el 3 de enero y se fijaba un plazo de 10 días laborables para la entrega de los proyectos. A pesar de todo ello, Jean Nouvel se presentó al concurso junto con arquitectos locales y una empresa constructora. Núñez y Navarro, que estaba dispuesta a pagar el doble por los terrenos, quedó fuera. El concurso fue ganado por Jean Nouvel y las empresas que le acompañaban. El Consell Insular aprobó el pasado lunes 5 de junio, Día Internacional del Medio Ambiente, el Plan de Can Domenge y el también polémico proyecto de Son Espases. Ganó "la arquitectura mediterránea".Sigamos hablando de "arquitectura mediterránea". El sábado 3 de junio en Valencia se manifestaban un centenar de entidades y varios miles de personas organizadas en la plataforma Compromís pel Territori (www.compromispelterritori.org) y bajo el lema Pel nostre futur: defensem el territori. La plataforma exige "una alternativa económica y social que respete el territorio, racionalice la gestión del agua, los recursos, la energía y los residuos, propicie una política social de vivienda, enderece la agricultura y garantice la participación". Y todo, a partir de una ley "elaborada por los ciudadanos, que pueda frenar la especulación, proteger el medio y el patrimonio". Proponen una moratoria urbanística mientras exigen: "Paremos la destrucción para pensar qué país queremos". El mismo sábado 3 de junio unos miles de personas se manifestaban en Murcia bajo el lema Murcia no se vende. En el manifiesto en el que decenas de entidades convocaban la marcha se afirmaba: "Hoy en la región de Murcia estamos viviendo una encrucijada. De una parte, tenemos el camino que nos ofrece la hermandad del hormigón, formada por buena parte de las élites gobernantes y las grandes empresas inmobiliarias y constructoras, que pretenden convertir a la región de Murcia en un solar ocupado por resorts, campos de golf y urbanizaciones. De otra, tenemos el camino de un desarrollo que respete, cuide y trate con inteligencia nuestro territorio, nuestros paisajes tradicionales, nuestros valores culturales y sociales, nuestros recursos naturales, nuestra biodiversidad y nuestra calidad de vida" (www.murcia-no-se-vende.blogspot.com). En estas manifestaciones, como vemos, late una misma preocupación: frenar la agresiva dinámica del monocultivo del ladrillo, que sitúa a los agricultores en una trágica encrucijada: o vender la tierra o empobrecerse con un trabajo del campo sin futuro, y genera muchas otras consecuencias medioambientales, sociales y de concepción de la vida y del progreso. El dinero que se mueve en esas operaciones es de tal calibre que parece justificarlo todo, tanto la osadía y desvergüenza de los dirigentes del Partido Popular y sus aliados en muchos lugares a la hora de aprobar proyectos multimillonarios, como la falta de transparencia y la permisividad con que actúan algunos partidos situados a su izquierda cuando son ellos los que gobiernan. Una buena parte de la población ve con estupor el proceso, ya que las consecuencias, en forma de burbuja inmobiliaria, provocan incrementos significativos de la desigualdad y hacen cada día más difícil el acceso a la vivienda. Aspecto este que fue de nuevo recordado el pasado domingo por la recién estrenada Asamblea contra la Precariedad y por una Vivienda Digna, que lleva varios fines de semana reuniendo jóvenes en diversas plazas céntricas del país y que ha vuelto a convocar una nueva demostración en varias ciudades de España para el domingo 2 de julio. Es significativo recordar que, a pesar de que sean muchos los interesados y afectados en esa excesiva, abusiva e incontrolada urbanización del suelo, la legislación sólo reconoce el derecho a participar en el proceso a las "personas afectadas". Es decir, a los propietarios de los terrenos implicados, a los promotores y poca cosa más. Los afectados reales son, evidentemente, muchos más. Pero su afectación o preocupación por los efectos de todo ello, por esa imposición fanática de una sola idea de progreso, no tiene cauce participativo alguno. La creciente falta de legitimidad de muchas de esas actuaciones urbanísticas y la avidez con que se afrontan, como si cada día de retraso pudiera cerrar las puertas a esos fantásticos pelotazos, aconseja a algunos acudir a blindar sus propuestas con nombres de arquitectos estrella, personajes que aparecen justo a tiempo para las fotos y la rueda de prensa, mientras el decisor político y los promotores tratan de refugiarse a su sombra. Y es entonces, cuando los focos se dirigen al "genio" y cuando algunas cuestiones tratan de averiguar que hay detrás de todo ello, cuando surge la frase: "Aquí he venido a hablar de arquitectura y nada más". Pues ya sería hora de que habláramos de arquitectura y de algo más.
06 junio, 2006
Copio, luego existo
Copio, doncs existeixo
Les idees ni es creen ni es destrueixen, tan sols es transformen. Aquesta consigna, parafrasejant, o potser copiant la ciència, podria representar la fi del que entenem per originalitat. En BruceMau diu: “Imita. No siguis tímid a aquest respecte. Intenta arribar tan a prop com puguis. Mai recorreràs tot el camí, i la separació pot resultar realment sorprenent”. Potser, en la diferència entre l’original i la còpia es troba el discurs d’un mateix. En tot cas, cal preguntar-se si hi ha noves idees, i si les tenim, ens pertanyen? O potser són el resultat d’una combinació atzarosa de coneixements anteriors i aliens a nosaltres?
Podem copiar idees, estratègies o formes. Potser ens acusaran de plagi, però, i si és l’única forma d’evolucionar? Altra cosa és copiar tics, tòpics, que seria clonar. Però utilitzar els mateixos ingredients no garanteix l’èxit. De llibres de receptes n’hi ha un munt, de bons cuiners no tants. Cal talent per saber copiar.
Si tots féssim clons, els cotxes portarien rodes de pedra, el que s’ha fet, al llarg de la història, és copiar la idea de la roda i evolucionar-la. Però si no copiéssim ara no tindríem rodes circulars, si ja està inventada no es pot repetir, sense imitar. En literatura hi ha el terme metaliteratura. Textos que es recolzen en altres textos per crear una xarxa de referències. Qui dubta que l’Ulisses, de Joyce, sigui una obra original, i sense Dante, no seria possible. La postmodernitat va rescatar elements estètics i els va combinar amb ironia. Una forma intel·ligent de copiar.
El burro català és una còpia del toro d’Osborne. S’ha imitat el procés d’apropiació identitari, de sintetització de la imatge i fins i tot del cotxe com a suport. L’estelada és una còpia adaptada de la bandera cubana. De fet, la van fer en un casal català a l’Havana i en Macià la va portar a Catalunya. Si copiem senyes d’identitat nacional, ja podríem copiar altres coses, com lleis o estratègies culturals. D’alguna cosa hauria de servir portar retard respecte d’Europa.
Totes aquestes relacions s’estudien en l’exposició Plagiarisme a la seu de Barcelona de l’Espai Cultural de Caja Madrid. La mostra arrenca amb la frase de Lautréamont: “El plagi és necessari, el progrés l’implica”. Tota una visió. Sobre el treball d’un altre és més fàcil avançar. Això no ha de ser un problema, si oblidem els egos i volem innovar. Altre cop en Bruce Mau l’encerta: “Puja a les espatlles dels altres. Pots viatjar més lluny sobre les seves troballes. I des d’allà, la vista és molt millor”.
Alguns en diran inspiració, però és per la mala fama que té copiar. El terme inspiració és dels
més hipòcrites que hi ha. “Els que no volen imitar res, no produeixen res”, deia en Dalí.
El ‘copyright’ és analògic
La cultura és morta fins que arriba al receptor. La difusió de la cultura no és pas un fet mercantil, és un dret. Les entitats que vetllen pels drets d’autors han esdevingut veritables comissàries de la cultura, perseguint tot allò que ensumi a drets d’imatge. Mai com ara, els autors estan renegant de la societat que els protegeix, potser caldria preguntar-se el perquè.
Per si mancava alguna cosa, les tecnologies digitals faciliten la circulació de reproduccions a velocitats increïbles. És un fet imparable. Satanitzar les descàrregues d’Internet és com intentar mantenir la fotografia analògica, acusant les càmeres digitals de lladres d’imatges, perquè no han de passar per la botiga de revelat. Està més penalitzat descarregar-se una cançó de la xarxa que robar el disc sencer a la botiga. Propostes com el Copyleft i el Creative Commons intenten donar respostes actuals, sense agafar-se a una idea integrista de l’autoria.
Però, podem anar més lluny. Tal com proposa Òscar Tusquets, podríem fer un Louvre o un
Prado a cada província, amb reproduccions de qualitat dels seus quadres. Faríem més per la cultura que obligant a gaudir de La Gioconda, menys de 30 segons, per les cues que sempre hi ha. Podem tornar a posar el romànic a lloc, encara que sigui en reproduccions. No és millor que veure un cartell que diu que els frescos originals són alMNAC?
Alhora, la còpia pot ser una eina de transgressió. L’apropiació d’imatges ofereix la possibilitat de pervertir elmissatge i fer contracultura. El col·lectiu Adbusters ha creat contracampanyes, utilitzant imatges de conegudes marques comercials, infiltrant missatges subversius en circuits comercials.
Són com DJ’s de realitats, mesclen iconografies per neguitejar el nostre imaginari. Tal com afirmen els comissaris de l’exposició Plagiarisme: “El plagi és cultura”.
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