Claret Serrahima, Oscar Guayabero (Enviado a El País el 21 de mayo de 2007)
Si es usted un demócrata convencido, un ciudadano responsable y defiende el derecho de participar en las elecciones, pero en este momento no hay ninguna formación política que responda a sus expectativas sobre su ciudad o comunidad autónoma, sólo tiene una solución, fastidiarse. Podría no ir a votar pero no se sentiría acomodo, mucho nos costó en este país el poder votar como para desentenderse de la democracia. Podría votar al partido que menos se aleje de sus perspectivas pero seria votar a contrapelo, sin ilusión, por inercia. Podría votar nulo, pero su voto no contaría, pero, ¿y si usted decide votar en blanco? En ese caso le recomendamos paciencia.
En primer lugar definamos que es el voto en blanco. Según la ley electoral “es el de aquel votante que no se ha pronunciado por ninguna de las opciones que se presentan a una elección”. Curiosamente, cuando vaya al colegio electoral que le ha sido asignado no encontrará ninguna papeleta en blanco. No es así en otros países europeos y la verdad es extraño que para votar en blanco no se pueda usar un papel blanco, es más si coloca un papel que lleve desde casa, el voto resultará nulo. El sistema es dejar el sobre de votación vacío. Este punto choca de frente con el secreto de voto puesto que ya que en España es el presidente de la mesa electoral quien introduce el sobre en la urna, fácilmente, detectará, por la consistencia del sobre, que este está vacío. Es una situación claramente inconstitucional. Por otro lado, en el momento del recuento los sobres vacíos se confunden a menudo con los votos nulos. Esto debería ser controlado por los supervisores de los partidos políticos pero son precisamente ellos los más interesados en que el voto en blanco pase desapercibido.
En las ultimas elecciones municipales en Barcelona hubieron 12.679 votos en blanco, es decir un 1,7 % de los votantes. Es una cifra discreta pero como ya hemos dicho muchos de los votos blancos resultaron nulos. En todo caso es la cifra más elevada después de los partidos que obtuvieron representación municipal.
En el momento de asignar los concejales de cada formación los votos en blanco se suman a los votos nulos y a las personas que no han ido a votar. Es decir, que la ley D’Hondt considera lo mismo el voto en blanco que no votar, en el momento de repartir los escaños o los regidores. Este sistema produce que los partidos consigan mejores resultados en concejales que en número de votos. Lo que si podemos desmentir es que el voto en blanco favorezca al partido ganador, ni que se sumen a sus votos, tal como las leyendas urbanas difunden. Simplemente, no cuentan.
Bien, al margen de la casuística concreta y de la información técnica para posibles usuarios, cabria preguntarse que sentido tiene el voto en blanco. La duda es lo que debemos hacer con un grupo de ciudadanos que, en las pasadas elecciones generales, reunieron más votos en el conjunto de España, que Coalición Canaria, ICV-EuiA o el BNG en sus comunidades respectivas y que en las elecciones europeas con 357.583 votos logró votos suficientes para un escaño, que quizás debería estar hoy vacío.
Las razones para votar en blanco pueden ser diversas, se argumenta, por tanto no se puede unificar en un sólo grupo. Si eso es cierto, no lo es menos que los votos que van a los partidos políticos también son de lo más variables. Ciudadanos en blanco (http://www.ciudadanosenblanco.com), es un colectivo que se define como un no-partido que trabaja porque el voto en blanco es computable y prometen dejar vacíos los escaños que consigan. No tienen programa electoral y su único objetivo es que votar en blanco tenga un valor en democracia.
Regresando a la esencia, cabe especular sobre cuales son los males de nuestra democracia para que surjan este tipo de iniciativas. Ya hay muchas voces que están reclamando un cambio de funcionamiento desde la actual democracia representativa hacia una democracia participativa, donde los ciudadanos tengan más implicación en el funcionamiento de su sociedad más allá de votar cada 4 años. Hay modelos tal como los de Curitiva o Porto Alegre en Brasil pero también otros más cercanos desde Sant Denis en la periferia de Paris a Rubí en Catalunya. La idea de que como ciudadanos seamos coparticipes y también corresponsables de cómo y en que gastamos los fondos públicos de que cambios debe tener nuestra ciudad o de donde conviene construir una nueva escuela o hospital, no es una quimera. Cuando el dia después de las elecciones los partidos lamenten la escasa participación, probablemente ninguno de ellos apuntará en esta dirección pero parece un camino digno a tener en cuenta.
Otro rasgo de obertura democrática más sencillo seria el establecimiento de las listas abiertas en los partidos políticos, al menos en las elecciones de proximidad como las actuales, es decir que los votantes pidiéramos elegir que personas de nuestra formación política elegida. Y es posible, en algunos municipios de Cataluña ya se hace como en Vallbona de Monjes y también en muchos municipios pequeños donde la elección del alcalde se hace de forma directa y asamblearia.
El voto en blanco tiene una significación política, no es una opción apolítica sino plenamente ideológica. Por todas partes, los casos de corrupción urbanística, la falta de vivienda social, la perdida de libertades en el uso del espacio público, las dificultades con las nuevas culturas que ya están aquí, los modelos de turismo intensivo, la mercantilización de las ciudades son problemas acuciantes que los políticos no afrontan. En cambio las sempiternas y estériles polémicas sobre las siglas políticas, los pactos, los gestos grandilocuentes y vacíos, llenan los espacios electorales. Ni a los periodistas les dejan hacer su trabajo durante la campaña, todo está acotado, pactado, negociado. No es de extrañar que haya un cierto clima de desobediencia civil, que el día 27 se expresará en un claro y nítido voto en blanco. ¿Escucharan esta vez los votos disidentes de un sistema de partidos que hace aguas?
1 comentario:
es vergonzoso el corrupto avanico de candidatos que se nos presenta, Y es por esta razon que el sistema devería empezar a contemplar el boto en blanko, como un derecho del pueblo a negarse a ser representado por gente sin ideales(o distintos a los del pueblo), ansiosa por el poder. Me parece muy grave el hecho de que se confundan botos en blanco con botos nulos, creo que se tendría que promocionar el boto en blanco = que cualquier otro boto, con una campaña électoral tan fuerte como las demás, con derecho a espacio gratuito en la televisión y con sus correspondientes banderolas.
Animos, GTL
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